miércoles, marzo 01, 2006

Un Caribe multicolor

El modelo económico narcoparamilitar implementado extensamente en el campo caribeño ha convertido extensas zonas en potreros que paulatinamente se transforman en desiertos.

La zona más grave de desertificación de Suramérica se encuentra en el Caribe colombiano. El Magdalena, Cesar, sur del Atlántico, la Guajira e importantes regiones de Sucre y Córdoba serán prontamente desiertos, con inundaciones en épocas de lluvias y hambruna en épocas de sequía gracias al uso extensivo de la ganadería, la tala de bosques y el uso improductivo de la tierra como caja de ahorro del narcotráfico y como símbolo de poder local.

En correspondencia, se ha construido un modelo político de dictaduras locales mafiosas que usan métodos de terror para someter a la sociedad empobrecida. El desierto económico y la dictadura totalitaria es el resultado de un narcoparamilitarismo cada vez más fuerte en la región.

Propongo para la región Caribe colombiana una reforma agraria que desplace a las mafias de la posesión de la tierra para ser entregadas a empresarios y campesinos productivos. En las tierras fértiles debe sembrarse alimentos y en los potreros, arboles. Un campo verde y productivo permitirá hacer florecer una democracia multicolor en los municipios. El poder local será de los ciudadanos y no de las mafias actuales.

Propongo establecer un trato colombo-venezolano que permita que, siendo la región caribe suramericana la zona de mayor producción de energía del continente: petróleo, carbón y gas natural, sus ciudadanos puedan gozar también de energía barata para sustentar el desarrollo productivo agroindustrial y por tanto el empleo digno.

Cafeamérica

La política cafetera de los últimos gobiernos consiste en destruir el Café. Sus consecuencias han sido desastrosas: la región cafetera ha visto aumentar la deserción escolar, la prostitución infantil, la trata de blancas internacional y la traquetización de su economía. Las áreas antes sembradas de Café hoy lo son de hoja de Coca. El hombre del azadón paulatinamente es reemplazado por el hombre de la motosierra.

Propongo repotenciar el café. Sembrar más café y por tanto tener más caficultores, implica vender más café en el mundo desarrollado. Pero ya no se puede como grano verde vendido mucho más barato por los vietnamitas y los africanos. Lo tenemos que hacer como café industrializado con mayor valor agregado y generación de empleo. Pero la venta de enormes cantidades de subproductos elaborados del Café no será posible sin la conformación de una poderosa empresa multinacional capaz de competir con Nestlé y General Foods en la venta del producto a las cadenas de supermercados del mundo desarrollado.

Las tiendas “Juan Valdés” son absolutamente marginales en este propósito. Tenemos que construir Cafeamérica, una empresa multinacional forjada con capitales públicos y privados de Colombia, Brasil, Venezuela y Centroamérica capaz de obtener el músculo financiero que permita una comercialización en gran escala de los subproductos industriales del café latinoamericano en los puntos de venta donde concurren millones de norteamericanos, europeos y asiáticos. El Café se salva con la integración latinoamericana. Y una forma de revivir el pacto cafetero en época de globalización es incidiendo en la comercialización mundial de los productos del café elaborado.

El Gran Cauca y la Gran China.

El Cauca y el Valle del Cauca no pueden olvidar el mar, la tierra, el agua, la cultura y la democracia. Una elite social en crisis ha condenado la región a un caos que incentiva con la confrontación racial y el narcotráfico. El gobierno nacional prácticamente ha desalojado al ciudadano caleño del poder local usurpándolo. Uribe está a punto de liquidar el puerto de Buenaventura con el proyecto del poliducto petrolero venezolano en Tribugá, Chocó. El mar caucano está abandonado. Las negritudes de occidente sufren el mayor desalojo forzado de la historia de unas tierras que por derecho constitucional les pertenecen. El monocultivo del azúcar hace crisis con el TLC.

Propongo recuperar el mar haciendo que el poliducto venezolano desemboque en Buenaventura. El Valle sería lugar de desarrollo de la industria petroquímica de Colombia. Buenaventura disminuiría su desempleo y su violencia.

Propongo recuperar la tierra sembrando arboles maderables en la cordillera caucana bajo propiedad de las comunidades indígenas y ser pluriproductivos en las hoy tierras azucareras para forjar la seguridad alimentaria de la región.

Una fuerte cultura y autonomía indígenas y los árboles en el macizo son la garantía nacional de producción del agua dulce de Colombia. El Magdalena y el Cauca nacen allí. Pero además, la industria forestal que se podría desarrollar en el Cauca y la petroquímica del Valle de cara al mar nos articulan a la sociedad China en plena expansión. El Gran Cauca es el puente de Colombia con China. Tal es su nuevo papel en nuestra futura Democracia.

Ante la confrontación racial propuesta por la elite caucana nosotros proponemos un pacto social que recupere el mar, la tierra, la cultura y la democracia.

Un Puente Productivo.

Santander y Norte de Santander serán golpeados con brutalidad como Bogotá y Boyacá por el TLC. La industria democrática de múltiples empresarios construida en la región andina desde los tiempos de los artesanos comuneros no sobrevivirá el impacto del TLC. Bogotá, Tunja, Sogamoso, Bucaramanga y Cúcuta verán perder paulatinamente su corazón productivo y sus empleos en manos de las importaciones provenientes de los EEUU libres de impuestos.

Propongo construir un puente productivo con la región del Táchira y Mérida. El ferrocarril Bogotá-Caracas, a través del piedemonte llanero, podría hacer de los llanos orientales una verdadera despensa agraria binacional y haría de Bogotá una ciudad industrial exportadora. Un tratado de libre comercio con Venezuela impulsaría a Cúcuta como capital de las instituciones de la Unión en un marco de legalización progresiva y vida democrática. El corredor industrial boyacense y Santandereano recobrarían el sentido histórico que las carreteras que van al mar, le han quitado. Las vías, los ferrocarriles y los ríos navegables hacia Venezuela nos permiten una oportunidad a los andinos y los llaneros que el Tratado con los EEUU nos quiere quitar.

La Selva ecuatorial o la riqueza del siglo XXI

El Polo propugnará por la construcción de un gran fondo latinoamericano de investigación de la biodiversidad de la Selva Amazónica y su utilización en pro del bienestar de la humanidad, la biodiversidad es la riqueza del presente siglo y Colombia, Brasil, Venezuela, El Ecuador y la Guyana hacemos parte del gran potencial de la Biodiversidad. Allí está nuestro futuro.

Proponemos defender este patrimonio latinoamericano. Utilizar las utilidades del Banco Interamericano de Desarrollo, hoy bajo el dominio de gobiernos democráticos, para financiar el fondo de investigación, y reestructurar la educación superior de cara a la construcción de la nueva generación de científicos de la biodiversidad que permitan un aporte al saber humano desde la latinoamericanidad.