lunes, junio 16, 2008

Hay que quitarle el Estado a las mafias: Gustavo Petro

Luis Eduardo Bautista S.
El senador del Polo Democrático, Gustavo Petro Urrego, durante la visita a Cúcuta, donde participó del primer Congreso Ideológico de esa organización de izquierda en Norte de Santander, sostuvo un diálogo con La Opinión donde habló de varios temas, entre ellos la recién hundida reforma política, la reelección presidencial, el paramilitarismo, el cambio de la política de Chávez hacia las Farc y de convertir al Polo en un partido en el poder.
Cuál es el mensaje que queda al país después del hundimiento de la reforma política en la comisión primera del Senado?

El hundimiento de la reforma política muestra la incapacidad del Gobierno por separarse de las mafias.
A estas alturas, después de años de debates, los primeros los hice yo mismo, de investigaciones judiciales, escándalos periodísticos, investigaciones académicas, la sociedad colombiana es consciente en este momento de que ha sido gobernada en muchas regiones del país, que buena parte de las leyes, buena parte de la lógica de la política y la discusión de los asuntos públicos está cruzada con poderes mafiosos, y las mafias se han quedado con buena parte del Estado, con buena parte de los recursos productivos del país, con buena parte de la política, eso es evidente.
Sin embargo, se esperaba del Gobierno un plan de acción urgente que empezara a romper esos nexos entre mafia y política, y la reforma, en su aspecto central, que era la llamada ‘silla vacía’, que significaba quitarle la curul a los paramilitares en el actual Congreso de la República, era un instrumento importante en la perspectiva de separar Estado del crimen y del narcotráfico, pero el Gobierno se echó para atrás.
Habrá castigo ejemplar para los congresistas y políticos que estuvieron vinculados con el paramilitarismo, en lo que se ha llamado la ‘parapolítica’?
Pienso que estamos en una encrucijada, donde el Gobierno ha mostrado sus cartas, y en realidad es el deseo de reelección del Presidente de la República el que lo llevó a reflexionar sobre la necesidad de mantener el máximo de curules posibles en el Congreso, dado que es el organismo legislativo el que va a hacer la ley que permitirá, vía Referendo, trasformar la Constitución para permitir, a su vez, una segunda reelección presidencial.
Luego en el camino de la reelección, el Congreso tiene una fase inicial e importante que cumplir, y es hacer la ley de convocatoria.
Después de eso, el Congreso ya no le importará más al presidente Uribe.
Pero mientras no se haga esa ley, el Gobierno sabe que tiene unos partidos uribistas muy poco disciplinados, cuyos miembros no van al Congreso y se ausentan permanentemente.
Por otra parte, sectores del uribismo, que yo llamo urbano democrático, ven con mucha desconfianza una nueva reelección por el impacto que provoca la concentración del poder en manos de una persona, que es el tránsito prácticamente hacia una tiranía y empiezan a liberarse de las ataduras que antes tenían. En esa medida el Gobierno creyó que para mantener la posibilidad de la reelección le eran indispensable mantener las curules de los paramilitares, y por eso hundieron la reforma política.
Por una adicción al poder, el Presidente les dejó las curules al paramilitarismo y al narcotráfico, y hoy necesita de ellas, porque es una alianza de facto entre la política y el narcotráfico, esencial en su ambición de perpetuarse en el poder.
Qué opinión le merecen escándalos como la llamada ‘Yidispolítica’?
Es el paisaje de la degradación de la política, donde el ciudadano del común lo ve como un teatro en las alturas del poder, pero desgraciadamente la degradación de la política cubre toda la sociedad colombiana y se ha podido ver cómo en regiones enteras, en donde se hizo evidente que estaban controladas por organizaciones mafiosas delincuenciales, en tan alto grado, que son verdaderas organizaciones de criminales contra la humanidad gobernando territorios.
Se ha visto en el pasado episodio electoral, que la ciudadanía misma volvió a votar por los victimarios, los asesinos, los mantiene en el poder por razones que tiene que ver con el terror, el miedo, la compra masiva del voto, la compra de la conciencia de millones de colombianos, pero que muestra un paisaje de decadencia de la política, que de continuar llevará la nación a niveles muy profundos de violencia y a una situación de inviabilidad.
Hay naciones que mueren, como Yugoslavia, en manos de la mafias y Colombia empieza a andar por esos senderos.
Norte de Santander es un ejemplo de esos episodios y hoy se puede ver que la región se está reparamilitarizando’, y que a pesar de las denuncias, varias de las cuales yo hice, mostrando por ejemplo quién había asesinado al candidato que iba a ganar la Gobernación, Tirso Vélez, que había un aparato mafioso que se tomó el poder local, pero a pesar de eso siguen vigentes y se han reciclado en el poder político.
Hay una reparamilitarización de la región. El Catatumbo que podría ser una enorme despensa alimentaria, vendiendo producción para los desnutridos de Colombia, exportando a Venezuela y generando un motor de desarrollo sobre la base del trabajo productivo, hoy está otra vez en manos del paramilitarismo, de los traficantes de drogas y en esa medida la violencia aumenta, tanto que las estadísticas van llevando otra vez al departamento a ser uno de los más violentas del país.
Hundida la reforma, cuál es la posición que va a sumir el Polo en el Congreso?
El Congreso comenzó la deslegitimación, por lo que estoy proponiendo un acuerdo nacional. Creo que hay que juntar las reservas morales, como decía Jorge Eliecer Gaitán, para restaurar moralmente la República.
En la época de Gaitán no habían mafias narcotraficantes, pero si mafias políticas y de la tierra, que mataban usando el poder del Estado para quedarse con las propiedades de los campesinos, y así empezó la violencia.
Por atacar ese fenómeno mataron a Jorge Eliécer Gaitán, pero la consigna que lanzó en su momento, la restauración moral de la República, hoy es más vigente que nunca.
Ahora es imprescindible unificar las reservas morales del país, que están en el pueblo trabajador, en aquel que quiere volver a usar un azadón, el estudiante que quiere que su cerebro sea un instrumento del saber, el ama de casa que quiere una vida digna para sus hijos, y esas reservas morales al juntarse, es lo que llamo un acuerdo nacional, que puede potenciar una política de reformas democráticas.
Se trata de ponernos de acuerdo en lo mínimo, pero en lo fundamental, que permita sacar a Colombia de la Guerra, que permita hacer salir a esta sociedad de la violencia.
Ese acuerdo tiene que ver con dos grandes temas: el Estado y la tierra. Ambos tienen el mismo problema y el mismo tratamiento para la solución, y es quitarle el Estado a los narcotraficantes, así como la tierra y entregarla a los ciudadanos que quieran hacerla producir.
Según el panorama político actual ¿es inminente una segunda reelección del presidente Álvaro Uribe?
Uribe quiere reelegirse, y dependerá de los ciudadanos, pero la ciudadanía colombiana debe tener claro que la única opción que tiene el Presidente para lograr la reelección, partiendo de cambiar la Constitución, es una alianza con las mafias y que Colombia no es viable si el Estado es manejado por las mafias.
Llegado el caso, el Polo Democrático estaría en disposición de hacer acuerdos con otros partidos y fuerzas políticas para enfrentar y derrotar a Uribe en las urnas?
El Polo está por una gran convergencia democrática, y está proponiendo unificar todas las reservas morales de Colombia.
Cómo analiza la posición del presidente de Venezuela Hugo Chávez, cuando le pide a las Farc liberar a todos los secuestrados y dice que ya pasó el cuarto de hora a la lucha armada en América Latina?
Muy positivo. Nosotros tuvimos un distanciamiento grande con el presidente Chávez a raíz de la intervención en el tema del acuerdo humanitario.
Creo que se hizo de manera desacertada, y con Piedad Córdoba, llevaron el proceso a una situación sin salida muy peligrosa y a una situación de deterioro de la imagen del presidente Chávez en el interior de la sociedad colombiana, que también es peligrosa, porque podría abrir las puertas de acciones militares directas contra la sociedad venezolana y contra todo el proceso de democratización que vive América Latina.
En esa situación la lógica de las Farc fue la que se impuso, al pensar que es plausible un canje entre seres humanos, que no es más que una práctica esclavistas que se hacía hace siglos con millones de seres humanos.
Chávez ha recapacitado en esos temas. Algún tipo de discusión se provocó en las esferas del gobierno venezolano y me parece que los planteamientos recientes lo llevan a una posición más responsable y autorizada y mucho más constructiva.
Nosotros no queremos a Chávez al lado de las Farc, sino al lado de la paz en Colombia.
Cúcuta sabe que necesita de Venezuela, y sobre esta nueva política venezolana, tanto en el terreno diplomático como económico, se puede construir de nuevo un pacto que permita la resurrección de Cúcuta sobre bases productivas y sanas.
El cambio en la política de Chávez hacia las Farc y hacia el tema del conflicto armado colombiano, la reestructuración económica que está proponiendo el presidente del vecino país de cara a volver la sociedad venezolana más productiva, pueden ayudarnos a plantear un nuevo diálogo que permita ubicar a Cúcuta en los senderos de una sociedad productiva y próspera, ajena a los intercambios ilegales.
El mayor cojín de seguridad que la paz entre las dos naciones puede tener, es el de construir en la frontera economías prósperas y productivas.
Venezuela necesita alimentos, productos agroindustriales, servicios y tiene un mercado cada vez más rico sobre esos renglones, por lo que en la frontera no nos podemos dedicar al traqueteo y la mafia, sino que tenemos que usar nuestros recursos, la tierra, el crédito y el cerebro en función de aprovechar esa oportunidad que tememos al otro lado, que haría de Cúcuta un centro de producción agroalimentaria productiva de primer nivel en la sociedad colombiana.
Le suena a Gustavo Petro proponer su nombre como candidato del Polo a la Presidencia de la República?
Ya está propuesto, está en manos de la ciudadanía.
Una candidatura presidencia no es un juguete, pero un político serio, responsable, sabe que su nombre como candidato presidencial depende exclusivamente de la ciudadanía, más que de su partido, amigos, familia y más que de su propia ambición.
La izquierda democrática colombiana puede tener un candidato en mí, con una postura y unas propuestas, que será si la ciudadanía quiere.