lunes, septiembre 03, 2007

Un fantasma recorre el Polo...



¿Por qué 'Raúl Reyes' le dio el abrazo del oso al Polo Democrático Alternativo?

El fantasma de la lucha armada ronda al Polo Democrático Alternativo, a pesar de que no hay declaración ni documento oficial de ese partido donde esta no sea condenada y proscrita. El último episodio se desató la semana anterior cuando en una entrevista en el diario argentino Clarín, 'Raúl Reyes' dijo que un gobierno del Polo le serviría al país y que "las Farc estarían dispuestas a contribuir con eso". De inmediato el gobierno se pronunció contra la injerencia guerrillera en el proceso electoral, y ahí fue Troya. A Gina Parody, senadora uribista, le pareció tibio el rechazo que hizo el Polo al abrazo de las Farc. Al instante el senador Gustavo Petro le recordó que en los partidos uribistas se coló la "combinación de todas las formas de lucha" pues varios de sus líderes están siendo procesados por sus relaciones con el paramilitarismo.


¿Tienen fundamento las suspicacias que reiteradamente se levantan sobre el Polo? En términos generales no. La mayoría de los dirigentes de ese partido jamás han empuñado un arma y, por el contrario, han rechazado por décadas a la guerrilla. Es el caso del Moir, al que perteneció el senador Jorge Robledo, o de la Anapo, que es el partido de origen de Samuel Moreno. O de Carlos Gaviria, de quien todo el país conoce una trayectoria civilista. Incluso los dirigentes del Polo que provienen de experiencias guerrilleras y procesos de paz, han sido los más acuciosos críticos de las armas. Basta recordar que en junio pasado, cuando las Farc anunciaron la muerte de los 11 diputados, fue Gustavo Petro quien hizo la más vehemente condena desde la izquierda. A la que 'Raúl Reyes' respondió airadamente diciendo que tanto Petro como Antonio Navarro eran unos "consentidos del régimen". También se les han escuchado a diferentes miembros de esa guerrilla diatribas contra el alcalde Lucho Garzón y otros miembros del Polo como León Valencia.


Pero que la dirigencia del Polo rechace la lucha armada, no quiere decir que dentro sus bases no haya personas de los grupos insurgentes que pretenden usar al Polo como un caballo de Troya, especialmente en elecciones. En documentos tanto de las Farc como del ELN está planteada esta estrategia. El ELN ha dicho públicamente que ve con buenos ojos el éxito electoral de la izquierda democrática. Y esa guerrilla, que ha sido abstencionista por principio, planteó en su cuarto congreso, realizado el año pasado, la posibilidad de "apoyar a sectores democráticos" y participar en la contienda electoral. Las Farc siempre lo han hecho. En muchas regiones, pero en especial en Arauca, Tolima, Huila y Caquetá, han infiltrado la política. El año pasado, por ejemplo, fue capturado un concejal del Polo en Rivera, Huila, acusado de ayudar a las Farc a perpetrar la masacre de sus compañeros concejales de ese municipio. Pero esto no ocurre sólo con el Polo. Ambas guerrillas han penetrado diferentes partidos. En Arauca, por ejemplo, el ELN infiltró a sectores liberales.

También genera suspicacias la participación en el Polo de miembros del Partido Comunista, que durante décadas estuvo ligado a las Farc. Los comunistas en el Polo son pocos, pero influyentes, y por lo menos sus más curtidos dirigentes han tenido un distanciamiento con las prácticas atroces de la guerrilla. Pero aún no han hecho una condena expresa de la lucha armada, que es lo que muchos esperan.


La pregunta que tiene que hacerse el Polo es si tiene el blindaje suficiente para evitar que estos sectores minoritarios se crezcan. Y si sus dirigentes entienden cabalmente que a quien más daño le puede hacer la guerrilla es a la izquierda democrática, si ésta no se sacude, de una vez por todas, de cualquier ambigüedad respecto a las armas. No tanto por razones de oportunidad política sino por ética. Más aún si quiere mantener la autoridad moral para criticar, como lo ha hecho, la infiltración paramilitar en los partidos del gobierno.


Posiblemente lo que buscaba Reyes con sus declaraciones era precisamente eso: hacerle daño a un partido que con su ascenso electoral ha dejado al desnudo el fracaso del proyecto guerrillero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En elespectador.com

Más que un rifirrafe de coyuntura
Fue mucho más que una simple tormenta política coyuntural lo que se generó esta semana con las declaraciones del guerrillero de las Farc Raúl Reyes al periódico Clarín de Buenos Aires


Editorial

sábado, 01 de septiembre de 2007


Fue mucho más que una simple tormenta política coyuntural lo que se generó esta semana con las declaraciones del guerrillero de las Farc Raúl Reyes al periódico Clarín de Buenos Aires —en las que insinuó que ese movimiento armado ilegal podría apoyar “por ejemplo” un gobierno en cabeza del Polo Democrático Independiente— y el intento del Gobierno Nacional de aprovechar sus palabras políticamente a dos meses de las elecciones regionales, con todo y comunicado oficial de por medio.

Mucho se ha dicho y escrito durante la semana sobre las reacciones exageradas mutuas, el lenguaje exacerbado, lo merecido o inmerecido de los señalamientos y en general el tono que unos y otros han utilizado para referirse a las palabras de Reyes y al comunicado de la Casa de Nariño. Pero más allá de la forma, lo grave del episodio —y muy sintomático del delirio colectivo que nos ahoga— está en el fondo, en el significado mismo de lo que se dijo y en las consecuencias que ese discurso puede provocar en un país que suele tramitar sus diferencias de manera violenta e irracional.

Porque una cosa es pedir, exigir si se quiere, del Polo Democrático Alternativo y en general de todos los actores legales de izquierda un rechazo claro y contundente a la lucha armada y terrorista —que en momentos puntuales ha hecho falta— y otra muy distinta pretender alinear a la izquierda democrática con los grupos armados ilegales. De la misma manera que una cosa es pedir mayor claridad al Gobierno Nacional sobre sus tratos con los grupos paramilitares en el proceso de paz en marcha y exigirle un rechazo claro y contundente a los beneficios políticos y económicos que de su poder armado provinieron y aún provienen —lo que también en momentos puntuales se ha echado de menos— y otra muy distinta pretender ubicar al Presidente y a sus colaboradores como parte integral del fenómeno paramilitar en el país.

Pero los dueños del poder tal parece que gozan sacando provecho de esta polarización radical que carcome nuestra sociedad, pues al mantenerla viva, la búsqueda de votos se les vuelve elemental. En lugar de programas y políticas públicas que convenzan y aglutinen, basta con alimentar la sensación de amenaza que representa el otro para obtener el favor de los electores. Y en ese juego perverso con el que se intenta cerrar las opciones de juego limpio democrático a partidos políticos de izquierda, o de derecha, mediante la macartización ramplona e irresponsable, lo único que se logra es abrirle nuevos espacios a más y más violencia. En esas estamos y en esas continuamos.

Qué casualidad que todo este debate haya coincidido con el desempolve esta semana de viejas evidencias sobre lo que realmente ocurrió en la toma del Palacio de Justicia y su desenlace fatal hace más de 21 años. Que haya sido posible que ese 7 de noviembre de 1985 el magistrado auxiliar Carlos Horacio Urán haya salido vivo del Palacio de Justicia y haya caído después asesinado a manos de las propias fuerzas del orden institucional para ser presentado como un “guerrillero del M-19 dado de baja en combate”, es un ejemplo palpable de la locura a la que pueden llevar discursos como los emitidos esta semana. Pero nadie parecería ser capaz de entender que nuestra cruda realidad no puede ser objeto de juegos retóricos banales apenas para obtener beneficios particulares de coyuntura, porque así es como terminan esos juegos.

Anónimo dijo...

"Porque una cosa es pedir, exigir si se quiere, del Polo Democrático Alternativo y en general de todos los actores legales de izquierda un rechazo claro y contundente a la lucha armada y terrorista —que en momentos puntuales ha hecho falta— y otra muy distinta pretender alinear a la izquierda democrática con los grupos armados ilegales. De la misma manera que una cosa es pedir mayor claridad al Gobierno Nacional sobre sus tratos con los grupos paramilitares en el proceso de paz en marcha y exigirle un rechazo claro y contundente a los beneficios políticos y económicos que de su poder armado provinieron y aún provienen —lo que también en momentos puntuales se ha echado de menos— y otra muy distinta pretender ubicar al Presidente y a sus colaboradores como parte integral del fenómeno paramilitar en el país." Editorial del Espectador.

Uribe no sólo no ha rechazado el apoyo de los paramilitares, sino que lo ha pedido "mientras no esten en la cárcel, voten por mis proyectos" les ha dicho