lunes, septiembre 17, 2007

Una polémica de nunca acabar



La disyuntiva del Polo

La izquierda democrática afronta un momento crucial: debe tratar de consolidar su proyecto político y ganarse la confianza de la sociedad, a pesar de las Farc.

Redacción Política


Para Petro, las Farc pueden ser derrotadas con democracia.
Archivo - El Espectador


sábado, 15 de septiembre de 2007


La disyuntiva es simple: si el Polo Democrático Alternativo aspira a regir los destinos de Colombia, su modelo de Estado no puede ser neutral ante las organizaciones que, a través de la lucha armada, pretenden cambiarlo. Por eso, más allá del pulso de poderes entre sus dirigentes, a raíz de la réplica del senador Gustavo Petro a las Farc, que lo tildó de “desatinado francotirador”, su norte está asociado a que se decida a rechazar el camino político por la vía de la guerra.


La historia reciente del país demuestra que las ambigüedades políticas de la izquierda respecto al propósito militar de la insurgencia, terminaron por minar su propias fuerzas, provocando además la acción criminal de los grupos de extrema derecha. En su momento, organizaciones como ‘A luchar’ o el ‘Frente Popular’ no fueron claras frente al accionar del Eln o el Epl y pagaron sus consecuencias. Otro tanto le sucedió a la Unión Patriótica con las Farc, a pesar de ser un movimiento nacido como resultado de un proceso de paz entre guerrilla y Estado, pretendiendo ser el vehículo para la reincorporación de los insurgentes a la vida política civil.


Sin embargo, en un intento por asumirse como una fuerza de izquierda desligada de las acciones de la guerrilla, cuando llegaba a su fin dicho proceso de paz, en su quinto pleno, realizado en el Capitolio Nacional en febrero de 1987, la misma Unión Patriótica se proclamó “autónoma, independiente, civilista y legal”.


Jaime Pardo Leal, quien fuera su candidato presidencial, inicialmente en reemplazo por razones de seguridad de Jacobo Arenas, secretario político de las Farc en ese entonces, dijo: “No somos ni hemos sido el brazo político de las Farc. Afirmar eso es una falacia, un montaje que busca quitarnos el espacio político que hemos ganado”.


La declaración de la UP suscitó un lapidario comentario del entonces senador Álvaro Leyva Durán: “El proceso de paz se acabó”. Para él, la Unión Patriótica era el camino de las guerrillas hacia la legalidad y el consecuente fin de la violencia en Colombia. Y en parte la historia le dio la razón. Lo que sobrevino fue el exterminio de la organización política por parte de fuerzas de extrema derecha que no dejaron de señalar a sus militantes como voceros de la guerrilla. Por ello, hoy el Estado afronta un duro trance ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.


Pero la situación del Polo Democrático es muy distinta. No nació de acuerdos de paz ni por acercamientos con la guerrilla, y por eso puede y tiene la necesidad de tomar distancia de los alzados en armas. No se trata de cerrar las puertas al diálogo, como comentó Gustavo Petro, sino de rechazar la degradación de la política a través de las armas. Pero la pregunta es: ¿es viable una izquierda democrática en Colombia teniendo a 40 mil hombres, que se dicen de izquierda, alzados en armas?


Roberto Sáenz, hasta hace pocas semanas asesor del alcalde Luis Eduardo Garzón para asuntos de reconciliación y hoy candidato al Concejo de Bogotá, representa una voz autorizada en este debate. Su hermano, Guillermo Sáenz, es el comandante Alfonso Cano, miembro del Secretariado de las Farc, y él mismo fue concejal de la UP entre 1990 y 1991. Entonces renunció a su curul por lo mismo que hoy se polemiza: la necesidad de definirse políticamente.


“Es una obligación y el Polo no puede confundirse con neutralidades. Las Farc representan un proyecto autoritario y militarista y el Polo está forjando un proceso político de naturaleza democrática. Nuestros dirigentes no pueden dejarse confundir con el discurso extremo de la guerrilla. Hay que ser verticales y dejar claro que lo nuevo es el Estado democrático con objetivos sociales y lo anacrónico es la lucha armada para alcanzar esos fines”, resaltó Roberto Sáenz.


José Cuesta, miembro de la actual dirección nacional del Polo y autor del libro Vergüenzas históricas: Tacueyó, el camino del desencanto, cree que para consolidar la apuesta política de poder desde una perspectiva de izquierda democrática, se debe generar confianza en la sociedad que se pretende gobernar con las actuaciones, los pronunciamientos y las conductas políticas. “Actitudes de medias tintas y de aguas tibias frente a las Farc no contribuyen en nada a ganarse esa confianza. Ha llegado la hora dentro del Polo de establecer un total deslinde entre lo que es el proyecto político de izquierda democrática frente a un proyecto como el de las Farc, que tienen un espíritu autoritario y de desprecio por los derechos humanos y las mismas libertades democráticas”.


Uno de los protagonistas de la polémica de los últimos días, el presidente del Polo, Carlos Gaviria, piensa que se está en un círculo vicioso y que es muy difícil sacar adelante una propuesta de izquierda democrática mientras exista la guerrilla, pero más aún mientras exista el propósito de vincular a esa izquierda con ella, “así nosotros hagamos mil declaraciones y nos comportemos de acuerdo con esas declaraciones”. Y Gaviria es contundente: “Si no triunfa una propuesta de izquierda democrática, será muy difícil que se termine con el movimiento armado”.


Lo que queda claro es que las Farc, además de la guerra, van a seguir buscando el camino político. Al fin y al cabo, esa fue una de las directrices adoptadas en 1993, en la Octava Conferencia Nacional Guerrillera, realizada para tratar de oxigenar el discurso comunista, agotado por el fin de la guerra fría, y para replantear su propuesta y ponerla a tono con las condiciones sociales y políticas del país.


Fue allí cuando revaluaron los principios idealistas de los movimientos revolucionarios comunistas, que pregonaban por el derrocamiento del sistema a través de todas las formas de lucha. Desde ese entonces, y por primera vez, las Farc comprendieron que no necesariamente se puede “obtener el poder” a través de la vía militar y la eliminación del contrario, sino que también se puede acceder a él, por medios “políticos”, como la fórmula del cogobierno o la concertación con el Estado. Y para ese propósito saben que necesitan la base de un partido político.


La propuesta de Petro


El senador Gustavo Petro cree que el Polo Democrático debe fijar una posición firme en contra de las Farc, pero además debe tratar de construir una propuesta para sacar al país de la guerra: “No se trata de una negociación con babas, como la de Pastrana, ni con balas, como la de Uribe. Yo planteo la asfixia democrática del conflicto, que me parece es lo que tiene nerviosas a las Farc. El conflicto se extingue si le quitamos su oxígeno, y eso se produce si construimos una democracia. Se necesita un gobierno democrático que haga una serie de reformas financieras, en la salud, en lo social y sobre todo en la tierra. Si logramos incluir a la población campesina dentro de los beneficios de esa democracia, con tierras, subsidios, producción alimenticia, etc., las Farc perderían su razón de ser y de estar. La negociación sería entonces no sobre las políticas de las reformas del Gobierno sino sobre las condiciones de su desarme. No hay ejército en el mundo que, defendiendo la democracia, haya sido derrotado militarmente”.


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