EL 6 DE MARZO TAMBIEN
Ana Teresa Bernal M
El pasado 4 de febrero, salimos a la calle a protestar contra la práctica inhumana del secuestro, salimos a la calle a gritar por la libertad y por la vida, primero marchamos, luego fuimos a acompañar a los familiares de las víctimas secuestradas en la iglesia del Voto Nacional, nos maravillamos con la inmensa participación de la gente, con la diversidad y con el espíritu civilista que acompañó la marcha.
Ana Teresa Bernal M
El pasado 4 de febrero, salimos a la calle a protestar contra la práctica inhumana del secuestro, salimos a la calle a gritar por la libertad y por la vida, primero marchamos, luego fuimos a acompañar a los familiares de las víctimas secuestradas en la iglesia del Voto Nacional, nos maravillamos con la inmensa participación de la gente, con la diversidad y con el espíritu civilista que acompañó la marcha.
Los principales ingredientes de la multitudinaria movilización del 4 de febrero además de la protesta a las FARC y del pedido contundente por la libertad y la paz, fue la tolerancia que se vivió allí dentro, en donde había todo tipo de lecturas sobre la realidad colombiana, marcharon los uribistas, los antiuribistas, los que estamos por el acuerdo humanitario, los que no están por el acuerdo humanitario, los que sólo querían darnos abrazos como símbolo de respeto, los de negro, los de blanco, los del Polo, marchamos todos y todas unidos porque nos duele profundamente el dolor de los secustrados y de sus familias.
Un día después surgió la convocatoria a una nueva movilización que busca hacer visible la dignidad de las víctimas, de todas las víctimas, porque desafortunadamente en nuestro país además de los secuestrados existen miles y miles de colombianos que han sido víctimas también de todo tipo de vejámenes y agresiones a veces indescriptibles por lo crueles y degradantes.
Por décadas muchas poblaciones especialmente ubicadas en las zonas rurales de Colombia, han pagado con creces las consecuencias de los diversos conflictos armados que tenemos: víctimas de desapariciones forzadas, de desplazamientos forzados, de minas y artefactos explosivos que han dejado a mucha gente y especialmente a los niños con mutilaciones o sin vida, violaciones y abusos a la sexualidad principalmente de las mujeres, amenazas, torturas, constreñimientos y hasta descuartizamientos.
Estos hechos aunque han sido narrados en ocasiones por algunos medios de comunicación, no han alcanzado a hacer visible la gravedad de un fenómeno de violencia que aún no termina y que tiene en deuda a Colombia con miles de personas que sufrieron estos oprobiosos hechos.
Entiendo la convocatoria del 6 de marzo, hecha por distintos movimientos de víctimas y organizaciones sociales, de derechos humanos y de Paz, no como una revancha, ni como un intento de competir con la marcha del 4 de febrero, por el contrario, la entiendo como la necesidad de hacer visible lo que hasta ahora no ha podido ser en términos de reconocimiento y dignidad de tantos y tantas compatriotas que han llorado y sufrido amargamente en la soledad.
Veo a las madres de los miles de desaparecidos, a las familias afectadas por las minas, a las mujeres que perdieron a sus esposos y a sus hijos adolescentes las masacres que ocurrieron por más de una década a lo largo y ancho del país, a los hijos e hijas de muchos lideres políticos -no importa de qué partido- que quedaron huérfanos siendo aún niños y no pudieron disfrutar de tener un padre o una madre, vuelvo a ver a los secuestrados a los que aún no tienen libertad, porque entiendo y pido que la marcha del 6 no excluya a nadie.
Todo el país, el Estado, las cancillerías en el exterior, las autoridades locales, los medios de comunicación, las iglesias, las universidades, los gremios, los sindicatos, las ongs, tenemos el deber de promover, de acompañar, de hacer visible también la marcha del 6, sería un buen gesto, sería un símbolo de reconciliación.
Ana Teresa Bernal M
Presidenta colegiada
REDEPAZComisionada de la CNRR
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