" por considerarlo de inetres reproducimos este texto"
Sobre la jornada nacional del 4 de febrero y la reapertura del debate sobre las cuestiones fundamentales en el Polo
Bogotá, febrero de 2008
La jornada del 4 de febrero fue la culminación de la cadena de acontecimientos desatados alrededor de la liberación de dos de las personas secuestradas en poder de las Farc, Clara Rojas y Consuelo de Perdomo. Su efecto más general sobre la política colombiana consistió en desplazar el centro de gravedad de la atención de la opinión pública nacional de las tremendas revelaciones sobre los crímenes del paramilitarismo y los nexos del Ejecutivo con las agrupaciones armadas de ese género, hacia el proceso de intercambio humanitario y el repudio nacional al secuestro y a sus principales autores, las Farc. Efecto positivo en cuanto la atención pública se ha centrado en los esfuerzos, nacionales e internacionales, para obtener la liberación de los cientos de secuestrados en poder de las Farc y en tanto ha hecho unánime la condena de la abominable práctica del secuestro como medio de lucha política. Pero muy negativo en cuanto relegó la revelación de los horrores perpetrados por el paramilitarismo y de la ligazón del gobierno con el mismo a un segundo plano; muy negativo también en cuanto la indignación del país contra las Farc le ha permitido al presidente Uribe aumentar su apoyo público e incluso ofrecido ocasión para lanzar su segunda reelección. Y muy negativo asímismo en cuanto los errores del presidente Chávez en este proceso han dado pábulo para que los medios masivos de comunicación alienten, con la orientación del gobierno bajo mano -y con el auspicio de Estados Unidos-, una campaña de hostilidad contra Venezuela tan peligrosa como insensata.
Se corrobora así esa especie de constante de la vida nacional de los últimos tiempos consistente en que las acciones de las Farc, de uno u otro modo, terminan favoreciendo los personajes y las fuerzas más funestas del país.En la medida en que fue una protesta nacional masiva contra el secuestro y contra sus principales autores, las Farc, y en que complementariamente condenó la violencia y la barbarie en general y tuvo expresiones en pro del acuerdo humanitario, tuvo un carácter básicamente democrático no obstante las expresiones disímiles y aún contrapuestas que participaron en ella. Es decir, no obstante la presencia del gobierno y sus esfuerzos por manipular la marcha en su favor y la de sectores de extrema derecha.La decisión del Polo de asistir a la concentración de la jornada en la Plaza de Bolívar fue positiva en cuanto refutó en los hechos los infundios del presidente Uribe sobre la supuesta connivencia del PDA con las acciones de la guerrilla. El Polo declaró que condenaba los secuestros de las Farc y se concentró en la Plaza de Bolívar para dar fe de ello. Con ello se evitó tanto que el Polo fuese convertido en blanco de ataque de la propaganda del gobierno como una eventual situación de aislamiento. Por supuesto, la posición del Polo resultó debilitada por su ausencia de las marchas en todo el país.
Por esta ausencia se cuestionó fuertemente al Polo en los medios masivos de comunicación.En realidad, la asistencia a la concentración de la Plaza de Bolívar pero no a las marchas fue el resultado de un compromiso entre las dos tendencias básicas que libran una pugna en el seno del Polo: una que entiende cabalmente que debe hacerse un deslinde nítido y sin ambigüedades frente a la lucha armada y a la llamada "combinación de todas las formas de lucha", al igual que la condena sin reservas de los secuestros, y otra muy renuente a hacerlo por considerar erróneamente que repudiar tan equivocada táctica y sus métodos coloca a quien lo hace en el terreno del gobierno y de la derecha.
Es falso que repudiar los secuestros, el terrorismo y estar en descuerdo total con la lucha armada nos lleve a identificarnos con el gobierno de Uribe. Es este quien pretende hacerle creer a los colombianos que la oposición a su gobierno equivale a ser partidario de las Farc. Al contrario, sólo con un deslinde frente a la insurgencia armada y al paramilitarismo puede el Polo mostrarle a los colombianos un camino para sacar a Colombia de su crisis distinto al del uribismo y los paramilitares y al de las guerrillas.Mas lo cierto es que esa pugna en el seno del Polo viene evolucionando a favor de lo que podemos llamar su tendencia democrática: de una minoría inicial de 3 votos en pro de asistir a la marcha del 4 de febrero contra una mayoría de 18 en el Comité Ejecutivo Nacional, se pasó a la asistencia a la jornada por unanimidad. Pesaron mucho en la decisión hechos como el anuncio del alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, el del gobernador de Nariño, Antonio Navarro, el del alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, y el de la CUT, de asistir a la marcha. Y lo cierto es que tales hechos y la enorme presión social llevó a los opositores de la víspera a encontrar argumentos de última hora para modificar su posición y sumarse a la decisión de asistir a la jornada.En la pugna referida, indudablemente la necesidad de un deslinde pleno del Polo frente a la lucha armada es punto central de la discrepancia existente pero hay otros también cruciales como la necesidad de una amplísima coalición que no se limite a la izquierda sino que aglutine no sólo el llamado "centro" sino incluso sectores del mismo establecimiento críticos frente al rumbo de Uribe.
Es evidente que hay sectores del establecimiento que aunque pueden coincidir en lo económico con el presidente Uribe, en la posición frente al paramilitarismo discrepan abiertamente. Esta diferencia puede abrirle la puerta a realineamientos que pueden resultar decisivos en la perspectiva del 2010.Y hay otro asunto más en debate: el carácter o naturaleza del Polo. Hay quienes creemos que la estructura de este debe ser muy flexible, en la que tengan cabida no sólo los cuadros veteranos de la izquierda sino el ciudadano común y corriente, procedente de todas las corrientes políticas del país y poco acostumbrado a una militancia rigurosa.De lo anterior considerado en su conjunto se colige que la alharaca sobre "las violaciones a la disciplina" con la que algunos vociferan contra el dirigente del Polo y parlamentario Gustavo Petro no puede enfocarse ni menos resolverse exclusivamente a la luz de los Estatutos. Algunos otros dirigentes del Polo expresaron su negativa categórica a hacerse presentes en la jornada del 4 de febrero y el semanario Voz del PCC anunció, a contrapelo de la decisión del Polo, su no asistencia a la misma jornada, sin que en estos casos los pretendidos guardianes de los Estatutos del Polo se diesen por enterados.
De fondo, lo que existe es una profunda discrepancia sobre la apreciación en torno a cuál debe ser la posición del Polo sobre la lucha armada.El debate sobre la necesidad del pleno deslinde con la lucha armada, de definir una amplia política de alianzas, y sobre la naturaleza o carácter del Polo, se ha reabierto. En ello han influido notablemente: las posiciones de Gustavo Petro, las declaraciones y el libro sobre la entrevista de Luis Eduardo Garzón y, hay que recalcarlo, la tremenda vigencia de la posición defendida por Francisco Mosquera que caracterizó siempre la genuina corriente del moirismo, hoy adulterada por quienes usurpan la sigla.Tales posiciones del fundador y líder del PTC son las que defendemos hoy en el seno del Polo.
La tendencia sectaria de la agrupación que se cobija bajo la sigla del MOIR abandonó hace rato dichas posiciones. Por ello quienes integramos el PTC nos apartamos hace años de esa adulteración del moirismo auténtico, histórico, por dos razones: 1) porque a diferencia del sectarismo del actual MOIR consideramos que el Polo debe aliarse no sólo con la izquierda sino con todos los sectores con los cuales coincida en los puntos fundamentales del camino hacia el cambio, y 2) porque en su momento tampoco aceptamos la peregrina tesis de dicha secta de que se convirtiese a Horacio Serpa en el blanco de ataque de las fuerzas democráticas del país. Luego de diez años de ese debate pendiente, de hecho, como debía hacerlo, el Polo votó por su candidatura a la gobernación de Santander en las pasadas elecciones.
3 comentarios:
Pues me parece genial que esta reflexión se haga y comparto sus argumentos aunque no pertenezco al moir, porp considero que es necesario salir de la guerra y que el Polo es la única alternativa viable que tenemos, y que el deslinde con la lucha armada es fundamental para llegar al poder y darle un rumbo hacia la paz a Ciolombia.
EL PUEBLO CON PETRO AL PODER!
EL MONSTRUO SE TRANSFORMÓ
El paramilitarismo no se ha acabado
María Jimena Duzán. Columnista de EL TIEMPO.
Paramilitarismo sigue vivo, pero transformado en otra monstruosidad: una mafia regional legalizada y aceptada socialmente
El 6 de marzo saldré a marchar como lo hice el 4 de febrero: en contra de todas las formas de violencia que azotan a este país -no solo en contra del paramilitarismo- y honraré la memoria de todas las víctimas de este conflicto, provengan de donde provengan.
Es probable que eso no sea políticamente correcto en esta Colombia joseobduliesca, que cree a pie juntillas que las únicas marchas que valen la pena son las que refuerzan la tesis gubernamental de que Colombia no vive un conflicto, sino una amenaza militar, que son las Farc, y que una marcha en contra de los paramilitares es una estupidez porque, como nos lo han dicho una y otra vez, estos, los 'paracos', ya no existen desde que este gobierno los desmovilizó con éxito y encarceló a sus máximos jefes.
Nada más falso que esa premisa. El paramilitarismo en el país no se ha acabado. Sigue vivito y coleando, pero transformado en otra monstruosidad: en una mafia regional prácticamente legalizada y aceptada socialmente, que ya no solo se nutre del narcotráfico, sino del erario público, al estilo de la mafia napolitana y siciliana. Es una mafia que ha aprendido a ganar las elecciones, que tiene a senadores que representan sus intereses y que ahora es la gran dueña de los puestos y de los contratos, la misma que lava sus dineros en esas pirámides financieras que hoy se están derrumbando. Una mafia que sobrevivió a la desmovilización y al encarcelamiento de algunos de sus jefes militares debido a que este proceso se hizo de manera incompleta, al dejar intactas las estructuras de poder de esas organizaciones criminales.
Desde luego, tiene sus ventajas: es una mafia que no le incomoda mucho al Gobierno; que no comete masacres, sino asesinatos selectivos, porque, a diferencia de sus antecesores, ya tiene asegurado el control territorial y el poder dentro de las instituciones del Estado que le dejaron los narcoparamilitares, quienes recurrieron a las masacres de campesinos, a las motosierras y al despojo de las tierras para conseguir finalmente el control de territorios que desde el 2000 detentan.
Esa es la misma mafia que anda detrás del cultivo de la palma y de ese embeleco presidencial en que se ha convertido el tema de los proyectos agroindustriales y que se articula de maravilla con ese talante terrateniente que tiene este gobierno a la hora de pensar en los desplazados y en las víctimas del paramilitarismo.
Cuando esta mafia escucha al Ministro de Agricultura decir que la mejor forma de ayudar a los desplazados es dándoles la tierra en encomienda a los ricos que los han desplazado, para que de esa forma los desplazados se conviertan en la mano de obra del encomendero, como si el país hubiera vuelto a los tiempos de las encomiendas y de los siervos sin tierra, se le debe hacer agua la boca. ¿En qué quedó, pregunto yo, esa promesa presidencial del primer gobierno del presidente Uribe de convertir a Colombia en un país de propietarios?
En materia de reparación de las víctimas también el Gobierno está en deuda. La ley de justicia y paz, a pesar de que se quedó corta en sus escenarios, tuvo de positivo que les propuso por primera vez a las víctimas una oportunidad para la reparación. Sin embargo, después de varios años de una aplicación de la ley llena de tropiezos, la situación no es muy halagüeña: las víctimas siguen sin ser reparadas económicamente, los jefes 'paras' siguen con sus fortunas intactas y, según hemos sabido, muchos de ellos están en trance de negociar con los norteamericanos su extradición hacia los Estados Unidos. Una ida de 'Macaco' y 'don Berna' a los Estados Unidos significaría un golpe de gracia para la ley de justicia y paz porque perderíamos hasta la verdad, que es lo único que ha fluido medianamente en este proceso.
Uno puede no salir a marchar el 6 de marzo, como el Gobierno quiere que hagamos. Lo que sí se cae de su peso es que nos traten de convencer de que este monstruo que nos aprisiona, llamado paramilitarismo, ya no existe.
María Jimena Duzán
RED INFORMATIVA VIRTIN
Por favor hagamos la cadena para la marcha del 6 de marzo
Bogotá, 6 de febrero de 2008
Carta abierta al Presidente Uribe
Para marchar por la paz de Colombia
Doctor
ALVARO URIBE VELEZ
Presidente de la República de Colombia
Su despacho
Cordial saludo,
A través de la presente queremos informarle que un amplio conjunto de colombianos( as) víctimas del terror que nos causa la pobreza y la exclusión, queremos realizar una gran jornada de solidaridad mundial con el pueblo colombiano.
Le solicitamos a usted, comedidamente, que realice todos los esfuerzos necesarios a nivel nacional e internacional para que esta marcha sea un rotundo éxito.
Queremos que el mundo entero exprese su solidaridad con aquellas víctimas de los llamados "paseos de la muerte", es decir, con aquellos familiares de los que han muerto en las puertas de algunos hospitales de Colombia pues no fueron atendidos por no tener medicina prepagada o seguro médico.
Queremos marchar en solidaridad con aquellas víctimas del analfabetismo que aun persiste en el país. Por el derecho de muchos a estar incluidos en el Sistema Nacional de Educación. Hay un millón de menores entre los 5 y los 17 años que no están incluidos, dijo la Ministra de Educación Nacional Cecilia María Vélez.
Marcharemos contra la corrupción y la penetración del narcotráfico y el paramilitarismo en diversas instituciones del estado colombiano como: el Congreso de la República, la Fiscalía General de la Nación, el Ejercito Nacional, la Policía Nacional, el DAS, la Registraduría Nacional, la Contraloría General de la Nación, algunas gobernaciones y alcaldías y algunas embajadas y consulados del país. Este flagelo del narcotráfico, fíjese señor presidente que estos fenómenos alcanzan hasta sus otrora protegidos como el señor Jorge Noguera.
Marcharemos contra aquellas transnacionales que financian escuadrones de mercenarios para asesinar a líderes sindicales. Chiquita Brans, Nestlé, Coca Cola, etc.
Convocamos a marchar contra el hambre y la pobreza que aun pulula en nuestro país y en el mundo.
Marcharemos contra las Águilas Negras y las bandas emergentes o de nueva generación.
Ya se marchó contra el secuestro y usted mismo presidió la marcha "contra las Farc". Presida usted ahora esta marcha contra la GUERRA, por la Paz y la Justicia e Igualdad Social.
Marcharemos por el Intercambio Humanitario.
Marcharemos en solidaridad con los más de 3 millones de desplazados internos que hay en nuestro país. Por su regreso con garantías al campo.
Tenemos 3.500 familiares secuestrados dijo el editorial del diario El Colombiano del pasado 4 de febrero. Hay también más de 5000 familiares nuestros exiliados políticos, por disentir con las medidas neoliberales que se han venido implementando en el país.
Por todas estas razones y otras más que seguramente se incorporarán a esta convocatoria, señor presidente es preciso marchar ya. Son problemas grandes que tienen los colombianos y que deben motivarnos a movilizarnos sin distingos de clase, religión, raza, políticos, etc.
Por ello le solicitamos a usted:
1. Presida usted mismo la convocatoria y realización de esta marcha. Por la paz de Colombia, la Justicia e Igualdad Social y por el Intercambio Humanitario. Puede marchar en Valledupar, en San Andrés, en Montería o en cualquier otro lugar de la geografía nacional.
2. Organice y disponga un equipo operativo como lo hizo para la marcha del pasado 4 de febrero, para que coordine todo lo pertinente y necesario a esta jornada movilizatoria.
3. Imparta a las embajadas y consulados del país, la directriz de promover la marcha.
4. Convoque a los medios de comunicación como El Tiempo, El Colombiano, RCN, Caracol, etc., para que den amplia difusión a la marcha.
5. Expida un permiso de 3 horas para todos(as) los funcionarios públicos que quieran marchar, tal cual lo hizo el pasado 4 de febrero.
6. Converse directa o indirectamente con la embajada de los Estados Unidos en el país, para que ellos transmitan a sus contactos en todo el mundo, el mensaje de la necesidad de apoyar la marcha y para que en los Estados Unidos todos quienes quieran participar, puedan hacerlo sin problemas. Además para que pongan el Internet en función de la convocatoria masiva a esta marcha, como se hizo antes del 4 de febrero. Para que tambien CNN nos ayude en la convocatoria. Para que los concejales de Nueva York y otras ciudades de ese país norteamericano, apoyen la iniciativa.
7. Hable con el rey de España y con el presidente Zapatero, para que no vayan a creer que marchar por la justicia social es marchar a favor del terrorismo. Y como la marcha es contra la guerra, para que hablen con los editorialistas del diario El País, para que no sigan atizando la confrontación con Venezuela.
Son estas las solicitudes que le hacemos para que esta jornada de los colombianos( as) que queremos la Paz, la Justicia Social, la igualdad de oportunidades, y todo lo que dice la Constitución Política del país, sea todo un éxito.
Sabemos que está muy ocupado dirigiendo la seguridad democrática pero necesitamos que saque algún tiempo para atender estas demandas.
Por nuestra parte pondremos todo nuestro empeño como siempre.
Trataremos de abrir una cuenta en Facebook para ampliar la convocatoria.
No siendo más el motivo de la presente, nos despedimos, con la certeza que el conflicto social y armado que padecemos los colombianos( as) tendrá una salida política dialogada que nos traerá la Paz y Justicia Social, para que Colombia progrese y sea cuna de Libertad e Igualdad.
Atentamente,
Jorge Tamayo
Colectivo pro marcha Por la Paz y la Justicia Social en Colombia.
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