El Gobierno hace creer que quien no está con Uribe está contra la patria.
Francisco Leal Buitrago
Una de las consecuencias positivas del Frente Nacional fue la finalización de la polarización de la sociedad, motivada por el sectarismo bipartidista. Tal polarización, encabezada por las élites liberal y conservadora, se expresaba mediante la violencia en la política, alimentada por la debilidad del Estado.
Desde las guerras civiles de la segunda mitad del siglo XIX, hasta el período conocido como 'La violencia', a mediados del siglo XX, esa fue la regla. La política del actual presidente busca polarizar de nuevo a la sociedad, aunque sin mayor éxito.
Algunos fenómenos sucedidos desde ese entonces ayudan a ver el problema.
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A partir del Frente Nacional, el Estado creció en presupuesto y burocracia, pero no se fortaleció, en buena parte debido al clientelismo y la corrupción rampantes. La política continuó mediada por la violencia, solo que esta vez no pudo nutrirse de las expresiones polarizantes de antaño.
La constante improvisación oficial en el manejo de la seguridad permitió conservar la herencia premoderna de la violencia política y la intolerancia. Además, el narcotráfico -alentado por lo permisivos que fueron con él círculos políticos y sociales influyentes- potenció estos dos fenómenos, al tiempo que guerrillas y paramilitares se encargaban de alimentarlos.
El fortalecimiento de las Farc, la declinación del proyecto antisubversivo de los paramilitares y su sustitución por otro de penetración del Estado, enriquecimiento ilícito y conformación mafiosa fue aprovechado por Uribe, en el 2002, para promocionar la embestida militar contra esa guerrilla y una 'política de paz' con los paramilitares. Pero no previó que esta 'pacificación' causaría el destape de la 'parapolítica' y sus escándalos.
El desbalance entre la costosa arremetida contra las Farc y la condescendencia con los paramilitares fue funcional para apoyar una agresiva búsqueda presidencial de polarización a su favor. En todas sus políticas, el Presidente incorporó ingredientes mediáticos caudillistas a costa de la relativa fortaleza institucional del país, los cuales apuntalaron su favorabilidad en la opinión pública objetivo de las encuestas.
Aunque el Presidente logró generar una tendencia de polarización a su favor -apoyada en la tradicional intolerancia y la solución violenta de conflictos-, esta no ha pasado a mayores. Factor destacado de contención de esta postura antidemocrática es la gran diversidad y complejidad alcanzadas por la sociedad.
Pero no menos importante ha sido la carencia de un medio de canalización apropiado, como fue el que cumplió en su momento el bipartidismo. Sin embargo, el Gobierno y sus áulicos buscan que la opinión pública vea más allá de la realidad de los rudimentos polarizantes, al hacer creer que quien no está con Uribe está contra la patria, además de aprovechar cualquier circunstancia favorable para atizar la hoguera.
La contraposición planteada por los corifeos del Presidente entre la marcha del 4 de febrero y la del 6 de marzo es la mejor muestra de la situación señalada, ya que se ha desvirtuado una oportunidad insustituible para dar un gran salto a favor de la construcción de ciudadanía.
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El estímulo generalizado a la convivencia pacífica de las más diversas posiciones políticas en espacios públicos potencialmente masivos es el mejor aporte para buscar una salida a la precaria democracia colombiana doblegada por la violencia. Pero, por desgracia, las actitudes autoritarias dominantes han hecho lo posible por que esto no ocurra.
Nota: Francisco Leal Buitrago es un importante analista de las dinámicas políticas, fue Director del IEPRI y actualmente se desempeña como docente e investigador de la Universidad de los Andes.
martes, marzo 11, 2008
En busca de la polarización
Etiquetas: TEMAS DE INTERÉS
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